Vestir como en París por Inès de la Fressange
Propone lo imposible: afanarse para conseguir un chic sin esfuerzo.
23 de abril de 2012
Gainsbourg, vestida de Balenciaga. El libro concede a la actriz y a su madre, Jane Birkin, categoría de icono 'premium'.
Las francesas han encontrado un pequeño nicho editorial con un sencillo truco: hacer sentir mal a las mujeres del resto del mundo, y más específicamente a las anglosajonas, que sienten por ellas una fascinación y un desdén similar al que siente cualquiera por la mala/guapa de la clase.
Primero fueron las dietas. El libro Las francesas no engordan, de Mireille Giuliano (Ediciones B) fue best-seller en Reino Unido y Estados Unidos y un éxito considerable en España. Su contenido era una reformulación algo repelente de la famosa paradoja francesa: cómo es posible comer pan con mantequilla, adornar con salsas espesas y beber hectólitros de vino tinto y no engordar. Entre otras cosas, porque no pican entre horas, porque, según el libro, “usan platos de verdad y servilletas de tela” y porque “saben escuchar a su cuerpo” que les dice cuándo parar de comer (ah, la sabiduría del país de Voltaire aplicada al contaje de calorías).
Después llegó la crianza de los hijos. Como señalaba Elvira Lindo en un artículo reciente, el libro Bringing up bébé ha levantado revuelo al comparar cómo se educa a los niños en Francia y cómo se hace, en este caso, en Estados Unidos. La autora, una norteamericana que vivió en París, asegura que al darles menos preponderancia en la familia y trasladarles menos estrés, los niños salen más sueltos y, en definitiva, más franceses. El diario The Guardian, por cierto, publicó una divertida parodia del libro en sección Digested Read, que cada semana reduce un libro (da igual si es de Wayne Rooney o de Martin Amis) a pura pulpa humorística.
“Los padres franceses no sienten la necesidad de mimar a sus hijos. Cuando mi hija tiene pesadillas, yo le conforto, pero una verdadera maman francesa diría: “la vida es una merde y después te mueres” y de esta manera los niños franceses están familiarizados con el ennui existencial. Los padres americanos tienden a jalear a sus hijos por cada pequeño logro. Los franceses, en cambio, se ríen de los dibujos de sus niños: ¿qué es esto, un maldito Picasso?”, decía la versión de The Guardian.
Seydoux, la imagen de Prada, con un 'look' que aprobaría De la Fressange: blazer, 'foulard', vaqueros, escote y pelo revuelto.
Vanessa Paradis, con pintalabios rojo y abrigo Chanel de bouclé.
El libro de Inès de la Fressange nos enseña a vestir como una parisina.
http://smoda.elpais.com/articulos/para-vestir-como-en-paris/1484
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