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quinta-feira, 6 de setembro de 2012
Consejos de amor
Consejos de amor: una carta para Marlene Dietrich
Por: Diego A. Manrique| 06 de septiembre de 2012
El escándalo de Morocco: la arrolladora Marlene alardeando de bisexualidad ...¡en 1930!
Todavía dormimos con las ventanas abiertas pero empieza a intuirse el final de verano. Ya se palpa esa melancolía que carga septiembre. Cuidado, estos días traen contrabando de recuerdos agrietados: amores fugaces, desencuentros sentimentales, rupturas catastróficas. ¿Y qué hace uno? Escuchar música de alta sensibilidad, buscar libros sabios. Especialmente, lo segundo (lo primero, aviso, tiene su peligro: tiende a desarmarte).
Siempre consuela encontrarse con síntesis lúcidas, con textos certeros sobre sentimientos amorosos. Esa sensación me ha asaltado cuando he leído una carta de Noël Coward a Marlene Dietrich, recogida en The letters of Noël Coward. Los antecedentes: el remitente fue una de esas personalidades más fascinantes del siglo XX. Hombre de teatro, bon viveur, compositor (Mad about the boy, Mad dogs and englishmen), agente secreto durante la II Guerra Mundial, cabeza visible de la Internacional Gay. Y Marlene es, para lo que nos ocupa, la victima de una pasión desigual, específicamente de un affair envenenado con Yul Brynner.
Tenemos en la cabeza una imagen de la Dietrich como superwoman promíscua, maestra de la seducción de ambos sexos, manipuladora de sentimientos ajenos. Olvidamos que, debido a su voracidad amorosa, frecuentemente sufría. En 1956, deprimida, escribió a Coward, amigo y confidente. Estaba destrozada por lo mal que andaba la relación con su amado Yul Brynner; implacable, el actor -y cantante ocasional- había castigado uno de sus deslices.
Inmediatamente, desde su retiro de Jamaica (todavía parte del Imperio Británico), Coward la pone firme. Ricitos (el nombre que usan para designar a Brynner) no se merece esos sufrimientos. Ella no debe seguir sometida a un enamoramiento tan desigual. No es un escrito refinado pero Coward ofrece una respuesta sensata, tan útil entonces como ahora. Aquí está lo esencial de su misiva:
“Tu carta me provocó un montón de emociones y la que predomina es la rabia. La rabia al ver que permites que te humillen tanto, que seas tan infeliz por una situación que no es digna de ti. Detesto pensar en ti disculpándote, rogando perdon y rebajándote. No me importa si te portaste mal durante un breve momento. Tenías perfectamente derecho, considerando toda la devoción y el amor que has entregado durante los últimos cinco años. Tú único error es no haberte portado aún peor y mucho tiempo antes. El viaje en avión me suena como una pesadilla”.
Se refiere aquí a un intento de reconciliación por parte de Marlene. Sabiendo que Yul viajaba en tal avión, desde Nueva York a Los Ángeles, ella compró un billete para el mismo vuelo. Pero Ricitos la ignoró totalmente. Como escribía la Dietrich, “gracias a que soy alemana, cualquier otra persona se habría tirado desde el avión”. Sigue Coward:
“Es difícil para mí el reñirte desde tan lejos, aparte de que mi corazón sufre por ti, pero de verdad, cariño, tienes que acabar con esa situación carente de sentido. No es digna de ti: no hablo de la artista famosa y la estrella glamourosa, pienso en tu dignidad como ser humano, demasiado humano. Ricitos es atractivo, tentador, tierno y fascinante pero no se trata del único hombre del mundo que se merece esos adjetivos. Por favor, intenta construirte un poco de filosofía personal y no, repito, no seas tan jodidamente vulnerable. Al infierno con el maldito ‘amour’: siempre causa más líos que los que merece. No corras detrás de él. No lo cortejes. Sigue esperando fuera del escenario hasta que estés preparada para el 'amour' e incluso cuando llegue, trátalo con el desdén sospechoso que se merece. Estoy harto de saber que estás esperando en casas o apartamentos, con los sentidos puestos en el timbre del teléfono. ¡Pónte las pilas! Vivir no consiste en mirar a las ventanas de otras personas, esperando que te tiren unos mendrugos. Llevas demasiado tiempo en ese agujero, con esas tonterías románticas, irreales y recargadas”.
Y remata Noel Coward: “Para ya. Para ya. Para ya. Otras personas te necesitan. Deja de desperdiciar tu tiempo en alguien que solo te dice cosas tiernas cuando está borracho. Saca de la maleta tu sentido del humor y sigue consagrada a vivir, A DISFRUTAR.”
Nöel Coward y Marlene Dietrich no pasaban desapercibidos cuando iban al teatro
¿Sirvió de algo?. Como suele ocurrir, Coward era más agudo regalando consejos que resolviendo sus propios conflictos. Por aquella época, se agotaba su emparejamiento con Graham Payn, un actor alcohólico al que intentó lanzar una y otra vez. Coward lo enmerdaría todo aún más al enamorarse de otro actor, el estadounidense William Traylor, que era heterosexual y católico practicante. Traylor, tras intentar suicidarse, terminaria en un psiquiátrico.
Entre tales turbulencias, Nöel seguía escribiendo para el teatro. Precisamente, estos días se ha estrenado en Londres Volcano, la obra que terminó en 1956. Hay dos explicaciones para justificar que la pieza quedara enterrada en un cajón durante medio siglo. La primera, que Coward ya no era un autor de éxito garantizado; Volcano fue rechazada por estrellas tipo Katherine Hepburn. La segunda, compatible con la anterior, se refiere a la naturaleza delicada del argumento. Volcano estaba sacada de su realidad inmediata: transcurre en la ficticia Samolo, una isla tropical con misteriosos tambores y un volcán amenazador.En términos sociales, constituía una bomba. Retrata un triángulo amoroso protagonizado por sus vecinos en Jamaica: los personajes eran trasuntos de Ian Fleming (sí, el inventor de James Bond), su aristocrática esposa Ann y una seductora representante de la clase alta jamaicana, Blanche Blackwell.
Y si alguien se pregunta cómo demonios encaja esta historia en un blog sobre música pop, aquí nos encontramos con los secretos vasos comunicantes del siglo XX. Blanche, que todavía vive (100 años está a punto de cumplir la bendita señora), era la madre de Chris Blackwell. Exacto: el visionario fundador de Island Records, gran discográfica del rock y, sobre todo, empresa responsable del lanzamiento global del reggae. Una música, una cultura, una insurgencia que iba a acabar con el paraíso caribeño de Coward y sus distinguidos amigos.
http://blogs.elpais.com/planeta-manrique/2012/09/consejos-de-amor-una-carta-para-marlene-dietrich.html
Inmediatamente, desde su retiro de Jamaica (todavía parte del Imperio Británico), Coward la pone firme. Ricitos (el nombre que usan para designar a Brynner) no se merece esos sufrimientos. Ella no debe seguir sometida a un enamoramiento tan desigual. No es un escrito refinado pero Coward ofrece una respuesta sensata, tan útil entonces como ahora. Aquí está lo esencial de su misiva:
“Tu carta me provocó un montón de emociones y la que predomina es la rabia. La rabia al ver que permites que te humillen tanto, que seas tan infeliz por una situación que no es digna de ti. Detesto pensar en ti disculpándote, rogando perdon y rebajándote. No me importa si te portaste mal durante un breve momento. Tenías perfectamente derecho, considerando toda la devoción y el amor que has entregado durante los últimos cinco años. Tú único error es no haberte portado aún peor y mucho tiempo antes. El viaje en avión me suena como una pesadilla”.
Se refiere aquí a un intento de reconciliación por parte de Marlene. Sabiendo que Yul viajaba en tal avión, desde Nueva York a Los Ángeles, ella compró un billete para el mismo vuelo. Pero Ricitos la ignoró totalmente. Como escribía la Dietrich, “gracias a que soy alemana, cualquier otra persona se habría tirado desde el avión”. Sigue Coward:
“Es difícil para mí el reñirte desde tan lejos, aparte de que mi corazón sufre por ti, pero de verdad, cariño, tienes que acabar con esa situación carente de sentido. No es digna de ti: no hablo de la artista famosa y la estrella glamourosa, pienso en tu dignidad como ser humano, demasiado humano. Ricitos es atractivo, tentador, tierno y fascinante pero no se trata del único hombre del mundo que se merece esos adjetivos. Por favor, intenta construirte un poco de filosofía personal y no, repito, no seas tan jodidamente vulnerable. Al infierno con el maldito ‘amour’: siempre causa más líos que los que merece. No corras detrás de él. No lo cortejes. Sigue esperando fuera del escenario hasta que estés preparada para el 'amour' e incluso cuando llegue, trátalo con el desdén sospechoso que se merece. Estoy harto de saber que estás esperando en casas o apartamentos, con los sentidos puestos en el timbre del teléfono. ¡Pónte las pilas! Vivir no consiste en mirar a las ventanas de otras personas, esperando que te tiren unos mendrugos. Llevas demasiado tiempo en ese agujero, con esas tonterías románticas, irreales y recargadas”.
Y remata Noel Coward: “Para ya. Para ya. Para ya. Otras personas te necesitan. Deja de desperdiciar tu tiempo en alguien que solo te dice cosas tiernas cuando está borracho. Saca de la maleta tu sentido del humor y sigue consagrada a vivir, A DISFRUTAR.”
Nöel Coward y Marlene Dietrich no pasaban desapercibidos cuando iban al teatro
¿Sirvió de algo?. Como suele ocurrir, Coward era más agudo regalando consejos que resolviendo sus propios conflictos. Por aquella época, se agotaba su emparejamiento con Graham Payn, un actor alcohólico al que intentó lanzar una y otra vez. Coward lo enmerdaría todo aún más al enamorarse de otro actor, el estadounidense William Traylor, que era heterosexual y católico practicante. Traylor, tras intentar suicidarse, terminaria en un psiquiátrico.
Entre tales turbulencias, Nöel seguía escribiendo para el teatro. Precisamente, estos días se ha estrenado en Londres Volcano, la obra que terminó en 1956. Hay dos explicaciones para justificar que la pieza quedara enterrada en un cajón durante medio siglo. La primera, que Coward ya no era un autor de éxito garantizado; Volcano fue rechazada por estrellas tipo Katherine Hepburn. La segunda, compatible con la anterior, se refiere a la naturaleza delicada del argumento. Volcano estaba sacada de su realidad inmediata: transcurre en la ficticia Samolo, una isla tropical con misteriosos tambores y un volcán amenazador.En términos sociales, constituía una bomba. Retrata un triángulo amoroso protagonizado por sus vecinos en Jamaica: los personajes eran trasuntos de Ian Fleming (sí, el inventor de James Bond), su aristocrática esposa Ann y una seductora representante de la clase alta jamaicana, Blanche Blackwell.
Y si alguien se pregunta cómo demonios encaja esta historia en un blog sobre música pop, aquí nos encontramos con los secretos vasos comunicantes del siglo XX. Blanche, que todavía vive (100 años está a punto de cumplir la bendita señora), era la madre de Chris Blackwell. Exacto: el visionario fundador de Island Records, gran discográfica del rock y, sobre todo, empresa responsable del lanzamiento global del reggae. Una música, una cultura, una insurgencia que iba a acabar con el paraíso caribeño de Coward y sus distinguidos amigos.
http://blogs.elpais.com/planeta-manrique/2012/09/consejos-de-amor-una-carta-para-marlene-dietrich.html
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