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sábado, 5 de dezembro de 2015

Frank Sinatra 100th anniversary



- That's Life -




 - "My Way" -



El siglo de Frank Sinatra, aquel chico delgado de Hoboken



Frank Sinatra (1918-1998). DONALDSON COLLECTION


"Pesé casi seis kilos al nacer. No quería venir al mundo y mi abuela me puso bajo agua helada hasta que empecé a respirar. He bendecido ese día desde entonces".

El 12 de diciembre de 1915, en una casita de vecindad del barrio italiano de Hoboken (Nueva Jersey), la existencia de Francis Albert Sinatra estuvo a punto de no comenzar por las malas artes de un médico con el fórceps

La determinación de aquella abuela hizo que la próxima semana celebremos el centenario de la primera gran estrella de la música popular contemporánea. Más allá del mito, de La Voz, de los ojos azules, de su legendaria voracidad con las mujeres, de sus discos y películas está la historia de aquel chaval delgadito de Hoboken que llegó a la cima del mundo.
DARÍO PRIETO
dprietoelmundo

ACTUALIZADO 05/12/201503:18

Por aquel entonces, Hoboken estaba dividido en cuatro sectores. Estaban los irlandeses, que dominaban el cotarro gracias a los políticos y a un sistema de reparto de, ejem, beneficencia (básicamente, comida y mantas) justo antes de las elecciones. Estaban los negros, que no molestaban a nadie ni salían de su barrio, y un poco más allá, las calles judías. Y luego estaban los italianos. El padre de Frank era siciliano y su madre genovesa, y ambos regentaron un bar, no con el nombre de Sinatra, sino como "Marty O' Brian", porque, en Hoboken, los italianos se situaban por debajo de los irlandeses. Estados Unidos estaba a punto de salvar al mundo al entrar en la Primera Guerra Mundial y convertirse en la superpotencia que es hoy.

Pero allí, en aquel pueblucho de Nueva Jersey la existencia pasaba despacio, tan cerca de los rascacielos de Nueva York que se veían al otro lado del Hudson y tan lejos de la gran ciudad. Porque en aquella época la vida no sólo era dura, sino que, como comprobó pronto el joven Sinatra, los estereotipos y la discriminación marcaban el ritmo de la sociedad. Frank se rebeló contra aquellos prejuicios étnicos y raciales y con una dicción perfecta del inglés desató el primer gran fenómeno fan de la música popular. El sueño americano era él, con sus orígenes proletarios, su talento vocal y su ambición para ascender paso a paso a la cima del mundo. Como cantaba en 'All or nothing at all', el lo quería "todo o nada en absoluto".

Pero ni todo el dinero ni las mujeres ni los aduladores borraron esa mueca de melancolía que siempre le acompañó. Como contaba Gay Talese en 'Frank Sinatra tiene un resfriado', piedra angular del llamado Nuevo Periodismo, "su infancia fue una infancia de soledad y de lucha por ganar la atención. Desde que lo ha conseguido, nunca más ha tenido la posibilidad de estar solo".

Hoboken celebra el próximo día 12 el centenario de la venida al mundo de su orgullo local. Y entre los recorridos por aquellos primeros escenarios de la vida de 'Ol' Blue Eyes', la recuperación de su figura se completa con la publicación de libros ('Sinatra: The Chairman', biografía escrita por James Kaplan; 'Sinatra 100', un 'coffee table book' coordinado por Charles Pignone, confidente y productor de sus shows) y un ambicioso documental de la cadena HBO, dirigido por Alex Gibney y titulado 'All or nothing at all' (Universal) que ahora sale a la venta en España en formato de doble DVD.

Todo este material nos devuelve al Sinatra inseguro y atormentado por su soledad e insatisfacción permanentes que ya dibujó Talese en aquel reportaje de 1966 para 'Esquire'. El hombre que encumbró la música como industria del entretenimiento, depurando la herencia del jazz y de las 'big bands' para crear una nueva forma de cantar, melódica, romántica y sensual. La voz de los Estados Unidos de Roosevelt, durante la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que fue declarado "no apto" para luchar en el frente, lo cual aumentó la hostilidad de sus compatriotas masculinos, que ya bastante tenían con jugarse la piel frente a los nazis como para encima tener que soportar cómo sus mujeres, madres y novias se derretían con su libidinosa voz. El cantante que se reconvirtió en actor de Hollywood con películas como 'Levando anclas' (1945), 'De aquí a la eternidad' (1953, con la que consiguió un Oscar al mejor actor de reparto) y 'El hombre del brazo de oro' (1955). El ídolo que contempló con desconfianza la explosión delrock 'n' roll, primero, y con abierta hostilidad la llegada de los Beatles desde el Reino Unido, más tarde. El 'crooner' desgastado de tanto actuar en Las Vegas que en 1971 se despidió de los escenarios, para luego reaparecer y seguir actuando casi hasta el final de su vida, en 1998.

Pero la revisión del centenario recupera también aspectos que la historia ha ido dejando a un lado en el relato mitológico de Sinatra. En el documental de HBO, el crítico Terry Teachout apunta lo siguiente: "Nos resulta fácil olvidar que él también fue un niño y un chaval en una época en que la vida de todos era difícil, donde todos corrían peligro. La Gran Depresión fue una experiencia existencial para todos los que la vivieron. Y, sobre todo, te obligaba a darte cuenta de que la vida era difícil. No sólo te iba a resultar complicado buscarte un trabajo, sino también sobrevivir". Para alguien como Sinatra, "esto no era algo hipotético, sino real. Definió su forma de entender la profesionalidad, su necesidad de ser el mejor artista, el mejor profesional que pudiera haber. Porque si quería sobrevivir en los años 30 debía esforzarse al máximo y tener mucha suerte".

Y aunque hoy los estadounidenses de apellidos italianos hayan conseguido desprenderse de casi todos los prejuicios (bueno, ahí siguen 'Los Soprano', 'El Padrino' y el universo de la mafia, del cual el propio Sinatra no pudo tampoco librarse), entonces no era así, como recuerda Teachout: "Ser italoamericano era ser víctima de la intolerancia. Formaba parte de una minoría, un grupo considerado o bien cómico y ridículo, como el organillero con el mono, o bien peligroso e intimidante, como el mafioso con la metralleta. Sinatra, al crecer donde creció, comprendió que el tipo con la metralleta era real".

Pero Sinatra, que hizo campaña a favor del Partido Demócrata (aunque en sus últimos años se pasó de bando, se dice que por un despecho de los Kennedy, y apoyó a los republicanos) realizó a mediados de los 40 un cortometraje, 'The house I live in', a favor de la integración y contra el acoso a las comunidades minoritarias (ya se tratase de judíos, italoamericanos o descendientes de inmigrantes de otros países), que le valió un Oscar honorífico. También luchó contra la discriminación de los afroamericanos y su amistad con Sammy Davis Jr.-al que primero contrató para sus espectáculos por un sueldo igual que el de los 'entertainers' blancos de la época y al que después ficho para su 'Rat Pack' de Las Vegas, junto a Dean Martin- es vista como uno de los gestos más importantes en la normalización de las relaciones entre negros y blancos en EEUU.

Todo o nada en absoluto. Frankie siempre estuvo en esos dos extremos, y así lo inmortalizó sin piedad Talese: "Lo tiene todo, no puede dormir, da bonitos regalos, no es feliz, pero no cambiaría, ni por la felicidad, lo que es... Es una parte de nuestro pasado, sólo que nosotros hemos envejecido, él no... nosotros estamos angustiados por la vida doméstica, él no... nosotros tenemos escrúpulos, él no... Es culpa nuestra, no suya...".
SINATRA EN ESPAÑA: UN DESENCUENTRO CONTADO EN LIBROS En 1989, Sinatra, ya anciano, pasó por España y dio un concierto en el Santiago Bernabeu que fue un fracaso. Poca gente, poca voz, poca emoción. Mala suerte, no le gustamos mucho a Frankie, que nunca debió de entender la obsesión de Ava Gardner por este pedregal. Hay bibliografía amplia sobre el tema.
'BEBERSE LA VIDA' Y 'BIG TIME' Los dos libros de Marcos Ordóñez tienen a Sinatra como personaje secundario (los protagonistas son, respectivamente, su amante, Ava Gardner, y su amigo, Perico Vidal) pero, jo, qué secundario. Algunas de las anécdotas se repiten, pero son tan maravillosas que da un poco igual. Un ejemplo: Sinatra está en El Escorial, rodando 'Orgullo y pasión' en 1956. Después de un día de trabajo, llega al hotel, se sienta al piano del bar, pide el teléfono y pone una conferencia a Madrid. «'Hi, honey'», dice y le da un concierto al teléfono con voz quedísima. Gran asombro de los demás clientes. A los 40 minutos, cuando Sinatra aún está cantando, aparece en el bar Ava Gardner, vestida con un abrigo de pieles y, quizá, nada más. Se lleva a Frank del piano y suben a la habitación. Al día siguiente, los maquilladores se llevan un susto: el cantante aparece en el rodaje con la cara llena de arañazos.
'SINATRA, THE CHAIRMAN'. El complemento a las historias de Marcos Ordóñez está en la biografía que este año ha publicado en lengua inglesa James Kaplan. Por ejemplo: ¿qué ocurrió antes del 'show' del hotel de El Escorial? Que Sinatra había llegado a España con la intención de ignorar a Ava, su antigua amante durante el rodaje de 'Orgullo y pasión'. En una fiesta tonteó con Sofia Loren, compañera de reparto, pero la italiana no hablaba inglés y, además, prefería a Cary Grant, el otro protagonista. Con Sinatra había viajado Peggy Connelly, una 'novieta' bastante encantadora, una cantante del Sur de Estados Unidos, igual que 'la otra'. A los dos días de estar en España, Ava llamó a Frank. Discutieron, se gritaron, se afearon agravios el uno al otro. Connelly llegó y escuchó sólo el final de la conversación. -¿Hablabas con Ava? -Sí. -No sé si me gusta mucho que estés hablando con ella mientras estemos aquí. -Bueno. Entonces vete.
'SINATRA; NUNCA VOLVERÉ A ESE MALDITO PAÍS'. Si hasta ahora habíamos conocido a Sinatra en el comienzo de su fiesta española, un poco desmadrado pero aún encantado de la vida, ahora vemos al cantante ya casi fané y descangallado, al salir del cabaret. Qué pesadez de país. Francisco Reyero cuenta en su libro algunos de los más famosos disgustos que España le dio a Sinatra. En 1964, por ejemplo, rodando en Fuengirola, una chica cubana llamada Ondina Canibano se le acerca para fotografiarse con él. Pero, al posar, se le echa encima. Sinatra se huele la trampa, quieren inventarle una amante. ¡Sólo le faltaba eso! Se quita a la chica de encima de malas maneras y se dirige al fotógrafo para quitarle el carrete. Se monta una melé. Llega la Guardia Civil y decide que Sinatra es el culpable. 25.000 pesetas de multa y orden de expulsión inmediata. Luego llega alguien que negocia con la autoridad y consigue un aplazamiento de 48 horas para acabar la película. Da igual. Frankie no va a perdonarnos esto nunca. Y la verdad: tiene toda la razón. / LUIS ALEMANY


http://www.elmundo.es/cultura/2015/12/05/56622cea268e3e52478b4601.html