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sábado, 31 de agosto de 2013

Al ritmo del ‘Cali style’

Un centenar de escuelas, 5.000 bailarines profesionales... la salsa es un asunto serio en este rincón de Colombia


El nuevo filme de Chus Gutiérrez se inspira en esta revolución



Alumnos de una academia de salsa. / KIKE CALVO (CORBI












La cintura mulata de Melisa Dorado ya está acostumbrada a la ovación: consiguió que un estadounidense se colocara de pie, para aplaudirla, después de verla bailar. Que un japonés le tomara fotos casi con la misma devoción que un fanático lo haría frente a su estrella de rock favorita. Y que una reconocida bailarina puertorriqueña le preguntara cómo logra ella, Melisa, mulata caleña, doblar esa cintura con tanta rapidez y destreza, como si en vez de bailar lo suyo fuera un pacto de rumba con el mismísimo diablo.

Ella sonríe mientras lo cuenta. O lo recuerda. Esos episodios ocurrieron hace ya bastantes años, a comienzos de los ochenta. Melisa fue una de las primeras bailarinas profesionales de esta Cali pachangera —como tantas veces cantó el maestro Jairo Varela, fundador del Grupo Niche—, cuando todavía las escuelas de salsa no crecían silvestres, como hoy, en cualquier barrio.

Hoy se cuentan en 120 las que están legalmente establecidas y a las que caleños y extranjeros (unos 8.000 cada año, según la Secretaría de Cultura), acuden para intentar cogerle el paso a esa frenética manera de bailar que identifica a una ciudad que se levanta, altanera y gozona, sobre las faldas de una gran cordillera. Ese particular estilo, que se caracteriza por la acelerada velocidad con que se agitan los pies, ya se respeta: se conoce en los campeonatos internacionales como Cali style.

A nadie sorprende entonces que esta fama gozona haya despertado en la directora Chus Gutiérrez el interés por llevar a la gran pantalla una historia de amor contada al compás del Cali style. Y que su película, que realiza con la productora colombiana 64AFilms y será protagonizada por la caleña Carolina Ramírez y el español Julián Villagrán, se inspire enDelirio, un espectáculo en el que participan 600 bailarines de las mejores escuelas de salsa.


Bailarines colombianos bailan salsa en Cali, en una plantación de caña de azúcar. / KIKE CALVO (CORBIS)


Melissa Dorado, la bailarina cuya cintura ya está acostumbrada a la ovación, espera que la película,Ciudad Delirio, recree “más que una historia, el milagro social que ocurre en nuestros barrios, donde miles de muchachos aguardan por una oportunidad para brillar en el baile y construir su proyecto de vida; hoy muchos pueden vivir dignamente del oficio”. Es lo que espera también la propia Chus Gutiérrez. “Esta es una comedia romántica llena de colorido que hurga en la esencia de la salsa caleña, la que se goza en los barrios y que aparta a los chicos de las calles, de la violencia y las drogas”. Lo sabe bien Luis Eduardo Hernández, fundador de la Academia Swing Latino, la más premiada dentro y fuera de Colombia. Todos aquí le llaman Mulato. Y este Mulato, tres décadas atrás, cuando todos creían que bailar salsa era asunto de mera diversión de fin de semana, fundó una humilde escuela de baile en El Diamante, un barrio por el que daba miedo caminar a cualquier hora del día por culpa de la violencia de las pandillas.

El hombre fue a por más y, poco tiempo más tarde, se inscribió por su cuenta en uno de los campeonatos de salsa mundiales de la época. Sin apoyo económico, aún Luis Eduardo se pregunta cómo hizo para llegar hasta Estados Unidos, con otros tres bailarines, cargando apenas en su mochila de soñador una camisa de lentejuelas y un viejo de par de zapatos que se vio obligado a lustrar él mismo, con una pintura de diferente color cada día de competencia, para que a nadie le quedara la impresión de que era un caleño pobre extraviado en el anhelo de ser un bailarín de los grandes.

Es el mismo sueño de cerca de 5.000 profesionales que hay en Cali. Agrupados en 295 grupos, 3.500 de ellos participaron en el reciente Mundial de Salsa que bajó el telón el pasado 11 de agosto. Jóvenes que desde los 6 años, a veces menos, empezaron a formarse en las academias.

Jóvenes como Carlos Alberto Muñoz que encontró en el baile una armadura contra el látigo de la violencia urbana. Cuando era chico, su familia se dedicaba a la venta de droga en el barrio El Rodeo, al oriente de Cali. Sus hermanos habían pisado la cárcel varias veces. Y a él, parecía, le estaba escrito el mismo destino. Pero Carlos quiso cambiarlo y entró a la Escuela de Swing Latino hace una década.

Ensayó durante años, como lo hace aún la inmensa mayoría de bailarines en formación: tres horas diarias en las noches, después del colegio, tres o cuatro días a la semana. Hasta la escuela llegaba Carlos en su bicicleta y se las arregablaba para conseguir el dinero necesario para el vestuario y los zapatos. Y esa realidad no ha cambiado mucho: para la gran mayoría de bailarines caleños los 45 dólares que requieren para el vestido y el calzado de sus presentaciones es una fortuna. Con ese dinero muchas bocas comerían en sus casas. En diciembre danzan, dichosos, durante toda una tarde a lo largo de una autopista. Esa cita callejera —el Salsódromo—, que convoca a más de cien mil caleños y turistas, se realiza desde hace seis años, y ofrece seis horas de baile desenfrenado.

Esa tradición, la del baile, comenzó a escribirse hace más de 70 años a ritmo de guaracha, aire musical cubano que fue conquistando bailaderos populares y prostíbulos, especialmente del centro. Corrían los años cuarenta cuando la Cali obrera y de inmigrantes del campo que llegaron huyendo de la violencia, comenzó a acoger con delirio la guaracha y, con ella, a los ritmos de La Sonora Matancera.

Lo cuenta el escritor y salsero de corazón, Medardo Arias. Él está seguro de que la pasión por la rumba se debe, en parte, a esas voces poderosas que pasaron por La Sonora como Celia Cruz, Daniel Santos y Bienvenido Granda. Ellos, sin saberlo, fueron despertando, al son de guarachas y boleros, a la Cali de entonces, aletargada con los valses y guabinas que sonaban en refinados salones.

En clave de música cubana, de trompetas matanceras y el corretear de tumbadoras, los caleños, pues, fueron dando los primeros pasos de lo que hoy conocemos como el fenómeno salsa. Cali fue haciéndose ciudad y construyendo sus barrios de baile en baile. Bailar, más que diversión, fue el camino —creen algunos que pagano— que hallaron los habitantes para salvarse del extravío, para expresarse, para sentirse incluídos.

Lo hicieron a su modo: alterando la velocidad de la música de los long play de 33 revoluciones que viajaban a Cali desde el cercano puerto de Buenaventura, a bordo del Ferrocarril del Pacífico. Nadie sabe a quién se le ocurrió que para darle gusto al cuerpo sobre la pista era mejor hacerlo girar a 45 revoluciones, muchísimo más veloz, pero ese estilo hoy es un sello cultural. “Los músicos puertorriqueños vieron cómo sus bogaloos, especie de guajiras lentas, se convertían en veloces y endemoniadas versiones. Cambiar las revoluciones de un disco fue el primer aporte de Cali a la salsa, y los bailadores fueron de eso testigos de excepción”, afirma el escritor Medardo Arias.

Desde entonces, ya no fue solo cuestión de ritmo y cadencia. También se bailaba la melodía. Sea cual sea el instrumento, piano, bajo, conga o hasta el mismísimo pregón del cantante ¡todo podía bailarse con gran velocidad de la cintura para abajo!

A esa consolidación ayudó el cine mexicano y un personaje, el pachuco bailarín, que se hizo célebre haciendo acrobacias al son del mambo de Pérez Prado y La Sonora Matancera. El bailador caleño de los años cincuenta y sesenta imitaba los pasos de mexicanos como Tintan, Resortes, La tongolele y María Antonieta Pons, cuyas piruetas se proyectaban en cines y teatros como el Rialto y el Sucre.

Para Miriam Collazos, bailadora de esos tiempos, de lo que se conoce como la vieja guardia, el caleño fue puliendo su estilo gracias a varios factores: “La agilidad que aprendimos de los negros; la picardía y coquetería de las mujeres indígenas y, de alguna manera, el respeto por las formas clásicas y elegantes de los blancos”.

De alguna manera, en Cali se espera que la película Ciudad Delirio sea una nueva oportunidad para contarle al mundo que, en vez de bailar, los caleños hicieron hace muchísimos años un pacto de buena rumba con el mismísimo diablo.


http://cultura.elpais.com/cultura/2013/08/29/actualidad/1377805715_405130.html

quinta-feira, 29 de agosto de 2013

Serenata


Outras Mulheres - Joyce


CASULO


Arte de Eduardo Nasi

A carreira hoje está acima do amor.

Fico delirando o que me tornou tão diferente das novas gerações.

Não que seja velho — sou antigo.

Na minha visão, a profissão está em segundo plano, por mais que ame escrever.

Eu amo o amor mais do que escrever; sou casamenteiro de raiz.

Os cabelos da mulher amada são o travesseiro ideal. O sachê do quarto. O afrodisíaco de minha gana.

Sair da casa dos pais cedo, aos 19 anos, determinou o meu comportamento.

O que mais procurava era independência, morar fora, criar um apartamento com a minha cara. Passei a trabalhar aos 15 anos e, desde lá, não parei.

Juntava o soldo do mês e sorteava o que iria comprar: liquidificador, cadeira, pratos. Meus móveis foram rifas do meu salário.

Não concebia uma vida com os pais, atrelado aos pais, refém dos pais.

A aventura era ter uma pobreza somente minha, uma pobreza pessoal, mas que pudesse dividi-la com os amigos.

Enfrentei quatro casamentos, morei em dez casas, eduquei dois filhos. Não posso ser chamado de acomodado.

Jamais retrocedi, jamais desisti. A estrada não tem volta após a curva dos dedos do adeus.

Se entro em falência, me empresto dinheiro. Atravesso um mês economizando, não existe a hipótese de regressar ao ventre.

Os pais estão simbolicamente mortos para me dar a chance de viver com soltura. Minhas neuroses são próprias do relacionamento, não da infância. A infância é tarde demais, longe demais.

Entendo que o ninho está mais no voo do que na árvore. Meu temperamento não combina com a época.

Os filhos dos amigos ficam com os pais depois dos 30 anos, depois dos 40 anos.

Nunca abandonarão o lar, aguardam a herança do imóvel com animada resignação. Não sofrem com pressa ou com ambição doméstica.

São despreocupados com as despesas, como se estivessem sempre de passagem em sua própria residência.

Guardam suas economias para gastar com viagens e boemia. Para os prazeres pontuais da semana.

O quartinho de adolescente é quartinho do adulto e será quartinho de velho. A reforma é a única mudança possível.

Não se interessam em morar com o namorado ou a namorada. São visitantes ilustres. Hóspedes circunstanciais.

Seguem com seus trabalhos em primeiro lugar, realizam cursos e pós até a exaustão, colecionam mais diplomas do que desastres.

O paradoxo é que desejam a liberdade, não se prender a ninguém, mas não soltam as abas dos vestidos da mãe.

Como amar alguém sem se divorciar dos pais antes?


http://carpinejar.blogspot.com/




Crônica publicada no site Vida Breve
Colunista de quarta-feira

Songbook - Edu Lobo (Álbum Completo) [Full Album] MPB


Edu Lobo - 70 anos


No dia de seu aniversário, compositor fará show no Teatro Municipal com repertório que atravessa sua carreira.

‘Os 60 anos bateram muito mais. Os 70 não. Me sinto no lucro. Não me sinto velho, não tenho cabeça de velho. E não carrego nenhuma frustração’, diz compositor.




O compositor Edu Lobo Fabio Seixo / Agência O Globo


Edu Lobo lembra que tinha 19 anos quando, na noite em que conheceu Vinicius de Moraes, o poeta perguntou se ele tinha um samba sem letra:

— Tinha, mostrei, e ele fez a letra na hora (a canção era “Só me fez bem”). No dia seguinte, quando acordei, pensei: “Caramba, sou parceiro do Vinicius”. Isso foi muito melhor do que um elogio, do que essas coisas de “vou ligar para um amigo meu que é de gravadora”. Ele fez muito mais... Não tenho a menor dúvida de que esse foi um chute inicial maravilhoso para minha vida.


A ideia do roteirista e diretor Hugo Sukman é contar a história de Edu na música seguindo sua cronologia, dos anos 1960 até o presente.Da parceria que tem força de marco inaugural até a produção mais recente de Edu (canções como “Coração cigano”, do CD “Tantas marés”, de 2010), cinco décadas de carreira são atravessadas no show que o compositor apresenta no Teatro Municipal hoje, às 21h, no dia em que completa 70 anos — o espetáculo chega ao Auditório Ibirapuera, em São Paulo, no próximo dia 13.

— É uma ideia muito simples — diz Sukman, que prepara uma biografia do compositor. — Mas que não é possível de ser realizada com qualquer um, talvez Edu Lobo seja o único que permite isso no Brasil. Porque sua obra é impressionantemente coesa. A carreira dele já se inicia com músicas que estão no nível das da maturidade. Ele fez “Pra dizer adeus” com 22 anos, “Canção do amanhecer” com 20.

Há fugas da cronologia, quase imperceptíveis, segundo Sukman:

— “Zanzibar” (1970), por exemplo, está antes de “Ponteio” (1967).

Nas participações dos convidados — Maria Bethânia, Chico Buarque, Mônica Salmaso e Bena Lobo — também foram permitidas algumas liberdades. Afinal, é como se cada um trouxesse, dentro da grande história de Edu, uma pequena lembrança daquele encontro.

— Todos têm relação com a minha vida. Com Bethânia gravei meu segundo disco de carreira (e o primeiro dividido com outro artista, “Edu & Bethânia”, de 1966). Tinha conhecido Bethânia pouco tempo antes e adorei o jeito dela cantar. Quem você compara com Bethânia? É impossível. Timbre, maneira de cantar... E a interpretação. Tem cantor de voz bonita, mas que não faz a letra chegar até você — avalia Edu. — Com Chico tenho uma parceria bem marcada, mas meio fora do comum, porque 90% ou mais da nossa produção foram para dois balés do Guaíra(“O Grande Circo Místico” e “Dança da meia-lua”) e dois musicais(“O corsário do rei” e “Cambaio”). Só que sempre trabalhamos de maneira que elas não fossem dependentes da cena. Já Mônica, que gravou muita coisa minha, é das maiores cantoras que conheço no mundo. Presta atenção nas letras que está cantando, tem controle vocal absoluto, voz muito bonita e faz o que tem que fazer em cena: canta. Se move pouco, é aquilo ali. E Bena é meu filho, é músico, é compositor, então queria que ele estivesse comigo no palco.

Em meio às canções do show se desenham os caminhos de Edu. Como o do compositor que nos primeiros anos se apoiava no violão e que, depois de ir para Los Angeles estudar música (em 1969), passou a compor no piano.

— Quando eu compunha no violão as músicas eram mais populares, porque eu as fazia com a minha voz — explica. — O piano abriu minha composição, porque você passa a procurar as notas no teclado. “Beatriz” jamais teria sido feita no violão, porque aqueles intervalos não são de quem está cantando. Mas foi importante o tempo da ignorância, da liberdade para inventar.

Edu usa o termo “mais populares” para suas composições iniciais, mas há enorme apelo em clássicos feitos ao piano, a despeito de sua complexidade.

— Quando ouvi “Beatriz” pela primeira vez, apenas com Cristóvão Bastos e Milton Nascimento, me passou: “Quanto tempo vai demorar para essa música ser ouvida?”. Porque era improvável que ela tocasse em rádio. E não tocou mesmo. Mas aos poucos ela foi ficando conhecida. Hoje posso cantá-la sem essa coisa que uns produtores diziam, de ser “música para baixo”. Um exemplo é “Pra dizer adeus” (apesar de ter sido feita na fase do violão, ela carrega uma tristeza que a levaria para o escaninho das “músicas para baixo”), que eu tinha que cantar escoltada por dois seguranças, “Arrastão” de um lado e “Upa, neguinho” do outro. Hoje todo mundo canta junto.

o aprendizado de cantar sem violão

No Municipal, a marca da passagem do tempo, da maturidade, aparece também na ausência do violão nas mãos de Edu (o compositor terá a companhia de sua banda e de uma orquestra de cordas). O artista que inicialmente não se sentia à vontade no palco hoje tem enorme prazer de fazer shows, a ponto de dispensar o apoio do instrumento:

— Na época do lançamento do “Tantas marés”, levei um tombo, machuquei a mão, não ia dar para tocar no show. O que vou fazer em cena? Gestos? Nunca tinha feito isso. Mas foi das melhores coisas que me aconteceu. Hoje não toco mais em show. Descobri que o violão me protegia e me ocupava. Sem ele, perdi a proteção e passei a apreciar mais a minha banda. E a cantar com empenho maior, o que me melhorou.

O show será gravado e lançado como CD e DVD. Mas por enquanto não há planos de um novo disco de estúdio:

— Só penso num disco quando tenho umas três ou quatro canções bem firmes. E não é o caso — diz Edu, com a mesma tranquilidade que demonstra ao falar da idade. — Os 60 anos bateram muito mais. Quis viajar com os filhos, estava chocadíssimo com a idade. Os 70, não. Eu me sinto no lucro. Não me sinto velho, não tenho cabeça de velho. E não carrego comigo nenhuma frustração.


em http://oglobo.globo.com/cultura/edu-lobo-vai-celebrar-seus-70-anos-com-gravacao-de-dvd-no-rio-9733456#ixzz2dNS9FNFO

quarta-feira, 28 de agosto de 2013

Paixão x Você





...A paixão me ensinou a delimitar espaços, vãos entre a saudade e o encontro, brechas entre o que somos e o que jamais seremos. Me ensinou a contar o tempo, as letras, os dias. Me ensinou a agonia de uma palavra que perdeu o fôlego. (Demarcou caminhos pra ganhar alguma força, mas, se perdeu nos vazios de seus não-lugares). Na paixão, qualquer reciprocidade nunca valerá a pena, a insônia, a espera, o peito engarrafado, a frase engolida. O todo é sempre pouco, porque nada supera a expectativa que alimentamos. Paixão, depois de inúmeras tentativas, dá preguiça — antes do começo, nos finaliza. E é aqui que o Amor entra, ou, é aqui que você respira com uma melhor desenvoltura: no meu cansaço; no meu inimaginável. Amar é acreditar em uma nova vida com desprendimento e conforto. Ressurgir de. Liberdade. Ir e vir, sem quando nem onde. Aqui ou ali. Não se sabe os porquês — nem se vai durar muito tempo. Amar é conviver em paz com a liberdade do não-saber (o que caberá ao fim, ao além-do-instante, ao que costuma inventar eternos).

O Amor me ensinou as dobraduras do tempo. Me ensinou as asas que coloquei nessa oração: eu te quero. Bem-querer que ainda voa livre. E abençoa a vida que nem vivi ainda.

Priscila Rôde


http://www.priscilarode.com/

domingo, 25 de agosto de 2013

"Esta tarde vi llover"




“The American dream is still something that we have to work toward "...



http://www.nytimes.com/interactive/2013/08/24/us/march-on-washington-original-coverage.html?_r=1


ANALYSIS: Celebrations of ‘I Have a Dream’ speech obscure its critiqueYonat Shimron and Adelle M. Banks | Aug 23, 2013 |


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(May 10, 1963) The “Big Three” of the civil rights movement put their heads together here just before releasing a statement that accord had been reached on their grievances. (Left to right) The Rev. Martin Luther King, Jr.; the Rev. Fred Shuttleworth; the Rev. Ralph Abernathy. Religion News Service file photo

This image available for Web and print publication. For questions, contact Sally Morrow.



(RNS) It may be the most famous speech of the 20th century.

Millions of American schoolchildren who never experienced Jim Crow or whites-only water fountains know the phrase “I have a dream.”

And many American adults can recite from memory certain phrases: the Rev. Martin Luther King Jr.’s use of the prophet Amos’ vision of justice rolling down “like waters and righteousness like a mighty stream,” or the line about children being judged not by “the color of their skin but the content of their character.”

Emblazoned on T-shirts, reprinted on posters and in textbooks, the speech has become an iconic part of the American experience. As the 50th anniversary of the March on Washington approaches Wednesday (Aug. 28), many Americans will participate in a series of events, including a commemorative march on Saturday.

To many in this country, “I have a dream” has a place of honor next to the Declaration of Independence, the Emancipation Proclamation and the Gettysburg Address. It celebrates the lofty ideals of freedom.

Over the years, the speech has become part of the nation’s civil religion — a set of beliefs, and rituals that are partly religious and partly political and inform the country’s core values of freedom, equality and rule of law.

Its place in America’s common creed is perhaps best symbolized by the oversize statue of the slain civil rights leader on the National Mall, not far from the Lincoln Memorial where he delivered his famous oration.

But scholars say it would be a mistake to celebrate the speech without also acknowledging its profound critique of American values.


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(1963) A truce in Birmingham’s racial strife comes as the Rev. Martin Luther King Jr. and associates call a temporary halt to mass demonstrations and “freedom marches” in the Southern city. King said he believed honest attempts were being made by white business leaders to settle racial differences. With him are the Rev. Fred L. Shuttlesworth, head of the Alabama Christian Movement for Human Rights (second from right), and the Rev. Ralph D. Abernathy, King’s chief assistant. Religion News Service file photo

This image available for Web and print publication. For questions, contact Sally Morrow.



“On the one hand, he appeals to Scripture and the Constitution,” said Josef Sorett, professor of religion and African-American studies at Columbia University. “At the same time he’s also critiquing those texts because the nation has not lived up to what it professes to be.”

King begins his speech “Five score years ago” echoing Lincoln’s famous “Four score and seven years ago” from the Gettysburg Address.

He then talks of coming to the nation’s capital to cash a check, a promissory note that the country owes blacks because of the Declaration’s promise that all men are created equal and have inalienable rights to life, liberty and the pursuit of happiness.

But there’s a subversive subtext in that promise; the founders never envisioned equality for African-Americans.

“King embraces American values not to celebrate it, but to point out that we’ve never fulfilled those values,” said Jonathan Rieder, a sociologist at Barnard College and the author of “Gospel of Freedom: Martin Luther King, Jr.’s Letter from Birmingham Jail and the Struggle That Changed a Nation.”

“He’s saying if you believe these things, then you have to act to cure your sinfulness.”

Historians of the era say King was angry with government, churches and society for their unwillingness to challenge black inequality. But as he prepared his speech on the Mall, he had to dial it back for pragmatic political reasons, including the Kennedy administration’s initial opposition to the march.

“King didn’t want to do anything that was going to spoil the chances of the civil rights bill or create a backlash with Congress,” said Rieder.

And so he wrote the address with Congress and Northern white supporters in mind.

Like other statesmen before him, he frames the struggle to achieve equality in religious terms, by invoking the book of Exodus, the account of God guiding the Israelites out of slavery in Egypt and toward the Promised Land.

“One hundred years later, the Negro is still languishing in the corners of American society and finds himself an exile in his own land,” King said.


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A young usher, holding cap at right, stands solemnly with religious, civil rights and labor leaders on the platform in front of the Lincoln Memorial during the national anthem at the opening of the March on Washington for Jobs and Freedom program on Aug. 28, 1963. Five of the 10 chairmen of the march also on the platform were, from left to right: Whitney M. Young Jr., executive director of the National Urban League; the Rev. Martin Luther King Jr., president of the Southern Christian Leadership Conference; Walter P. Reuther, president of the United Automobile Workers Union; the Rev. Eugene Carson Blake, chief executive officer of the United Presbyterian Church in the U.S.A., and acting chairman of the National Council of Churches’ Commission on Religion and Race; and, second from right, Rabbi Joachim Prinz, president of the American Jewish Congress. Religion News Service file photo

This image available for Web and print publication. For questions, contact Sally Morrow.



But in the second and most popular part of the speech, King abandoned his careful notes and swerved into a call-and-response motif from the black church — the “I have a dream” sequence.

Scholars say this dream sequence did not originate in Washington. King had delivered versions of it in such cities as Rocky Mount, N.C., and Detroit. It was a part of his repertoire that year.

Invoking the biblical prophets Isaiah and Amos, the sequence marks a shift toward the future where King invokes God’s vision for America.

Just as the prophets were called seers, “one has the sense King is seeing things the rest of the country can’t make out,” said Richard Lischer, professor of preaching at Duke Divinity School who wrote a book on King. “He’s looking out on the horizon with a prophetic imagination we don’t have.”

In that famous sequence, King sees a future where the descendants of former slaves and former slave owners can share a meal, where white and black children can walk together as brothers and sisters.

Neither of those things was possible in 1963, especially in the South with its segregrated restaurants, schools, movie theaters, basketball courts and swimming pools.

“The celebration of ‘I have a dream’ often has as its condition a failure to take seriously the prophetic vision that was central to King that was not comforting, was not convenient, was full of rebuke and didn’t celebrate the nation,” said Rieder.

And while some might point to President Obama’s election as proof that the dream has been realized, many scholars point to disparities between whites and blacks in education, employment and incarceration as proof that there’s still a lot of work to be done.

The speech is even more significant now, said Lewis Baldwin, a professor of religion at Vanderbilt University “because poverty is much more pervasive than it was in King’s time. Homelessness is much more pervasive than the problem was in King’s time.”

“The American dream is still something that we have to work toward and we have to struggle for,” added Baldwin. “We have to be on a mission to achieve it.”

KRE

/AMB END SHIMRON

http://www.religionnews.com/2013/08/23/analysis-celebrations-of-i-have-a-dream-speech-obscure-its-critique/

Willow Weep for Me with Victor Duran Big Band - Claudia Acuna


sábado, 24 de agosto de 2013

Aquele Abraçaço





Caetano encerra o ciclo "Cê" com o disco "Abraçaço"
(Foto: Rodrigo Sombra/www.rodrigosombra.com)


POR CLAUDIO LEAL

Você pode observar Caetano Veloso no palco e nem perceber que o homem harmonizado pelo canto retornará, em breve, à instabilidade da criação de um novo ciclo, depois de decretar o fim da trilogia "Cê", iniciada há sete anos, quando se renovou ao lado da banda formada por Pedro Sá, Marcelo Callado e Ricardo Dias Gomes. Muitos artistas encaram esse futuro movediço com melancolia, pânico ou auto-medicação, mas esse é o tipo de problema que parece esquentar as noites do compositor baiano. O disco "Abraçaço", transformado em show em 2013, retoma a força original de "Cê” e espalha inovações e reincidências.

É prazeroso notar que a balada de veio mais pop, "Gayana", a faixa final do disco, tenha sido composta por Rogério Duarte, o mago essencializador do legado do Tropicalismo. Mas, pelo início. Como num roman à clef, "A Bossa Nova é Foda" constrói uma mitologia repleta de chaves, a começar pelo "Bruxo de Juazeiro" (João Gilberto), o desencadeador da viravolta do caráter triste (entre aspas) do brasileiro. Num refinamento de sua posição histórica de credenciar as potencialidades do Brasil no mundo, Caetano sacode a aparente suavidade da Bossa Nova para tornar mais nítido o ato inaugural de uma nação afirmativa, traumatizada por músicos e lutadores de MMA, puxados na letra pelo peso-pesado Minotauro, o baiano Antonio Rodrigo Nogueira:

"O velho transformou o mito
Das raças tristes
Em Minotauros, Junior Cigano
Em José Aldo, Lyoto Machida
Vítor Belfort, Anderson Silva
E a coisa toda:
A Bossa Nova é foda".

O temperamento de ensaísta manifesta-se nessa canção e outra vez em sua obra: o "mito das raças tristes" conduz ao "Retrato do Brasil" (1928), de Paulo Prado, um clássico da investigação de nossa "tristeza", presente há tempos no campo de suas intervenções.

Em "Verdade Tropical", no capítulo "Back in Bahia", Caetano absorve e questiona o Retrato: "Paulo Prado atribui a 'tristeza' do nosso povo (que ele vê confundida com nossa incapacidade de organização social e progresso econômico) à luxúria que dominou a vontade dos primeiros europeus aqui chegados: os poucos portugueses deixados sem mulheres brancas ‘numa terra radiosa’ sucumbiram à complacência das nativas e geraram a prole brasileira inaugural sob o signo da mestiçagem e da permissividade". Conforme Prado, "tudo o que caracteriza aos olhos do mundo uma alegada alegria brasileira não passa de sintoma da causa de nossa tristeza". Esse Brasil mestiço (examinado pelas gerações intelectuais dos anos 20, 30 e 40) é remexido pelo compositor em seus questionamentos à política de cotas nas universidades públicas, mais detidamente ao que chama de "americanização" do debate sobre as raças.

Talvez seja o caso de alguma tristeza particular a atmosfera da música “Estou triste”, monocórdica e melancólica, adensada e desalentadora, sensorial – uma penumbra: “Estou triste tão triste/ E o lugar mais frio do Rio/ É o meu quarto”. De íntimo corte, a canção não se impõe como uma visita recente da tristeza, que é também a condutora de “London, London” (1971), “Mãe” (1978), “Ela e Eu” (1979), e “Minhas Lágrimas” (2006), em fases distintas. E na raiz irreconhecível de sua tristeza há, sobretudo, perdas e lacunas. No show, Caetano resgata “Mãe”, originalmente gravada por Gal, mas somente agora levada ao palco pelo músico, por décadas esquivo à ideia de recordar os dias de “quase depressão” em que a compôs, no final dos anos 70. Em março de 2010, superou esse temor no lançamento das obras completas de Sigmund Freud pela Companhia das Letras, em São Paulo, atendendo ao apelo do tradutor Paulo César de Souza. Ganha um significado largo por ser entoada na primeira turnê do artista após a morte de sua mãe, Canô Veloso: “Meninos, ondas, becos, mãe/ E, só porque não estás/ És para mim e nada mais/ Na boca das manhãs”.

Dedicada ao guerrilheiro Carlos Marighella, “Um comunista” cresce em dramaticidade no show, para emergir o traço recitatório. O tributo poderia ser um corpo estranho ao conjunto do disco, não fosse ele uma outra narrativa mítica, coalhada das experiências de Caetano nas quadras da esquerda. O leitor de“Verdade Tropical” não se surpreendeu com sua admiração declarada por Marighella, morto em 1969 pela repressão militar. “Acompanhávamos de longe o que se passava no Brasil. Sem que eu estivesse certo do que poderia resultar de uma revolução armada, o heroísmo dos guerrilheiros como única resposta radical à perpetuação da ditadura merecia meu respeito assombrado. No fundo, nós sentíamos uma identificação à distância, de caráter romântico, que nunca tínhamos sentido com a esquerda tradicional e o Partido Comunista”, confessa Caetano. Entram outros componentes nesse enredo: o rompimento de Marighella com o PCB coincide, de alguma forma, com a recusa dos tropicalistas aos dogmas da esquerda cultural atrelada a Luiz Carlos Prestes. Os desvios autoritários do comunismo estão no centro do impasse: “Ó mulato baiano/ O samba o reverencia/ Muito embora não creia/ Em violência e guerrilha/ (Tédio, horror e maravilha)”. Por trás do “respeito assombrado”, havia os estilhaços do impacto da Revolução Cubana e uma crença residual no personalismo épico dos guerrilheiros latino-americanos.

Os flashes autobiográficos, jamais negados por Caetano, são pinçados em sucessivas audições de “Abraçaço”, e mais fortemente nas faixas “Vinco” e “Quando o galo cantou”, não por acaso as de aroma sexual, sendo a primeira de evocação hispânica e de musicalidade construída na letra, com versos metrificados (decassílabos), rimas internas e belíssimas aliterações (“Ásperos passos, pássaros sem fio”). Mesmo na citação ao Vinicius de Moraes de “Medo de amar”, em “Funk Melódico” (“Prova que o ciúme é só o estrume do amor”), preservou-se a quantidade de sílabas do original “perfume”, trocada por “estrume”. Esse manejo o faz incomum no território da “poemúsica”. O poeta Eucanaã Ferraz, na abertura da coletânea “Letra só” (2003) – que exige nova edição, ampliada, com as canções dos anos de “Cê” e de “Recanto” – reconhece o transbordamento das fronteiras: “As letras de Caetano davam uma medida valiosa para a poesia escrita e para a canção: versos de pulsação acelerada, colagem, cosmopolitismo, brasilidade, dança, corpo; entrada e saída rápida de desejos, fracassos e alegrias”.

“Abraçaço” estimula algum papo sobre o cromatismo das letras de Caetano Veloso, ao menos numa camada de fundo, embora seja evidente que o autor de “Trem das Cores”, “Rai das Cores” e “A Cor Amarela” (enfim, de “Cores e Nomes”), efusivamente policromático em outras travessias, agora reduz a força e a incidência de cores. Ainda intenso é o azul, quase que extraviado em “Um abraçaço” (“Nossas lentes e azuis”) e “Quando o galo cantou” (“Deixa esse ponto brilhar no Atlântico Sul/ Todo azul”); claro, há “vermelha e rosa de pétala íntima”em “Vinco”. Esse recorrente assombro com o azul, que faz qualquer um tirar da cartola poetas tão díspares quanto Mallarmé e Carlos Pena Filho, assume uma missão de imanência em Caetano, este lavrador do “azul que é pura memória de algum lugar”. Enquanto esmaecem as cores, as imagens arrombam a porta: “Ter olho no olho do jaguar,/ Virar jaguar”. A transa com a música eletrônica, na produção artística do disco de Gal Costa (“Recanto”), embute o desejo de tratar os sons como quem trata as tintas de uma pintura, reconhece Caetano.

No intervalo entre a produção de Gal e a feitura de "Abraçaço", achegou-se à obra do cantor e compositor britânico de música eletrônica, James Blake. Numa conversa realizada depois do lançamento do último disco, em dezembro de 2012, Caetano repassou a experiência com "Recanto" e analisou em específico a canção "Autotune autoerótico", que se refere ao processador de áudio Auto-Tune, corretor de deslizes na voz: "O que a letra daquela música quer dizer é que o Auto-Tune não basta, o que você precisa é usar todos os recursos de uma maneira inspirada… O Auto-Tune é uma dessas coisas que vieram mais depois da captação digital, então você pode controlar a afinação e mexer nas notas. Agora, você pode trabalhar a partir de um pensamento que conta com isso, e sua inspiração já contar com isso é você criar coisas maravilhosas, entendeu? Por isso, na gravação da Gal, a gente usa um pedaço propositadamente. E o James Blake faz isso divinamente. Ele já canta assim. A minha ideia não é naturalista, de que a pessoa só é verdadeira se cantar com a voz. Assim, você vai ter que chegar perto da pessoa sem nem um microfone, para ser a voz da pessoa. Não se trata disso”.

“Se você ouvisse (a gravação de um artista) nos anos 50, 60 e 70 ainda, dizia: 'Fulana é afinada, canta muito afinado'. Hoje em dia você não tem certeza se a pessoa canta afinado mesmo ou se foi corrigido no Auto-Tune”, desdobrou o compositor, avançando na definição do uso das novas tecnologias de áudio no instante criador: “A gente tem que se virar com os problemas que aparecem e isso traz também uma nova vantagem de poder fazer como James Blake faz. E ter inspiração no modo de interpretação, de cantar, contando com os efeitos. Mas tem que saber fazer. Já ouvi muitas gravações em que o Auto-Tune é usado. A voz fica afinada, mas não tem beleza nenhuma. Não tem inventividade nenhuma. Outras têm. E têm porque contam com o Auto-Tune".

A trilogia “Cê” é uma nítida intervenção crítica de Caetano Veloso na música brasileira. Pode-se ressaltar que o conceito dessa fase se manifesta melhor no princípio e no fim, quer dizer, nos discos de 2006 e de 2012. Dos “transrocks” aos diálogos com o pagode e o funk, insiste em percorrer caminhos hostilizados pela “inteligência” (classificação vaga, mas cabível aos ortodoxos pregadores do bom gosto) e re-existe entre forças destinadas a confrontar o nicho em que tentam cristalizá-lo – a ele e a sua geração. É Tropicália e além. Nesses mergulhos, Caetano vira um contraponto de uma cena de “Blow Up”, de Michelangelo Antonioni, na sequência em que o personagem de David Hemmings cruza de olhar mortiço uma apresentação dos Yardbirds e, apesar de tragado por um tumulto, dela consegue escafeder-se sem arranhões. Dentro e fora da canção, Caetano se embrenha e se arranha; desde Glauber Rocha, não há artista brasileiro tão disposto a expor seu itinerário mental em entrevistas, farpas e artigos, arriscando-se a mancadas, aulas de gramática, acertos e opiniões corajosas, fiéis a uma complexidade mais incômoda do que indecifrável, honestamente julgando-nos adultos. “Abraçaço”, show e disco, antes que me esqueça: o prazer de cantar.


http://terramagazine.terra.com.br/bobfernandes/blog/2013/05/17/aquele-abracaco/

sexta-feira, 23 de agosto de 2013

Trocando em Miúdos - Chico Buarque


Quando eu fui...


Para não mais voltar


Publicado em 22 de agosto de 2013 por lislemos




Quando eu fui, fui sem fazer alarde, devagarinho, mas com passos firmes de quem sabia que era chegada a hora de ir. Fui para não mais voltar.

Quando eu fui, fui na calma de quem sabe o caminho a seguir. Sem estardalhaço, sem gritos, sem cena. Eu saí de cena.

Quando eu fui, não fui lamentando o que ficou para trás. Nem mesmo pensei que tinha demorado a ir. Quando eu fui, fui na hora certa, no exato instante. Não fui com a impressão de que já ia tarde, embora tenha esquecido a carteira de identidade.

Quando eu fui, não fui pensando na dor, na mágoa, nas feridas. Eu fui pensando na alegria que me aguarda, no conforto que me espera. Na paz que anseio.



‘eu bato o portão sem fazer alarde’


Quando eu fui, não fui para deixar você. Fui para me encontrar comigo mesma, para me abraçar de novo, me acalentar. Fui para não ter vergonha dos meus desejos, da minha vida.

Quando eu fui, eu fui a tempo de ainda poder gostar de você. Eu fui para não te odiar, para não me odiar. Eu fui para relembrar que não é possível ser feliz sem mim. Eu fui para continuar sendo quem sou.


http://biscatesocialclub.com.br/

quinta-feira, 22 de agosto de 2013

Peel Me a Grape - Diana Krall -


Carybé





Carybé: o amor pela Bahia expressado nas obras de arte


Hector Julio Paride Carybe, conhecido popularmente e artisticamente como Carybé, foi um importante artista plástico (pintor, gravador, escultor, ceramista, ilustrador e desenhista) argentino, naturalizado brasileiro. Nasceu na cidade argentina de Lanús em 7 de fevereiro de 1911, e faleceu em Salvador (Bahia) em 2 de outubro de 1997. 


Apaixonado pela Bahia, Carybé tornou-se conhecido com suas obras que valorizavam a cultura baiana, os rituais afro-brasileiros, a capoeira, as belezas naturais e arquitetônicas da Bahia.












Enviado a Salvador pelo jornal “Prégon” em 1938 (disse ele: “me deram o melhor emprego do mundo – viajar e mandar desenhos. Mas quando cheguei a Salvador, o diário tinha falido”), acaba ficando desempregado e faz uma viagem por todo o litoral norte do Brasil.













 "Foi a sopa no mel. Nunca mais fui embora. A Bahia tem tudo que um pintor procura: luz, água e mar aberto. A gente vê o corpo humano funcionando"



quarta-feira, 21 de agosto de 2013

A meu favor...

A meu favor
Tenho o verde secreto dos teus olhos
Algumas palavras de ódio algumas palavras de amor
O tapete que vai partir para o infinito
Esta noite ou uma noite qualquer

A meu favor
As paredes que insultam devagar
Certo refúgio acima do murmúrio
Que da vida corrente teime em vir
O barco escondido pela folhagem
O jardim onde a aventura recomeça.

A meu favor tenho uma rua em transe
Um alto incêndio em nome de nós todos

Alexandre O'Neill
(19 de Dezembro de 1924 -21 de Agosto de 1986)

terça-feira, 20 de agosto de 2013

NADA ALÉM - GAL COSTA -


pensando alto





Prato Vazio



Não consigo me contentar com migalhas,

Um sorriso aqui,

Um beijo acolá,

Um aceno na esquina...

Quero prato cheio,

Comer com as mãos,

Sentir o cheiro da comida...

Momentos de gozo,

Dias de solidão,

Não são temperos para a vida...




RS 08/20/13

domingo, 18 de agosto de 2013

Tônia Carrero, vive reclusa

Prestes a fazer 91 anos, Tônia Carrero está lúcida, mas quase não fala e vive reclusa


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Em um Rio de Janeiro infestado de paparazzi, a bela senhora de 90 anos toma seu banho de sol diário em uma praça do Leblon. Não merece o foco de nenhum fotógrafo de celebridades de plantão.
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Mariinha faz o trajeto em cadeira de rodas. Logo retorna ao apartamento que, há cinco anos, divide com o sobrinho Leonardo Thierry, a governanta e duas cuidadoras.
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Os cabelos louros, sempre arrumados, e os olhos azuis raramente são reconhecidos pelos fãs de Tônia Carrero. Há dois anos, a atriz, que nasceu Maria Antonieta Portocarrero e completa 91 anos na próxima sexta, vive reclusa. A comemoração está marcada para domingo, com familiares e amigos próximos.
Reprodução
Na década de 1950, a atriz surgia no esplendor da beleza como estrela da companhia cinematográfica Vera Cruz
Na década de 1950, a atriz surgia no esplendor da beleza como estrela da companhia cinematográfica Vera Cruz
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"Ela está lúcida e bem-humorada, embora, por ter dificuldades de andar, quase não ande; e, por ter dificuldades de falar, quase não fale", relata Cecil Thiré, 71, filho único da atriz, a Eliane Trindade. Justificativa para o ator não permitir à repórter entrevistar a mãe nem fotografá-la.
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Os primeiros sintomas de hidrocefalia (excesso de líquido no cérebro) apareceram em 1999. Tônia se submeteu a cirurgia para colocar um dreno debaixo do couro cabeludo e voltou ao trabalho. Nove anos depois, uma nova intervenção não deu resultado.
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A última aparição pública foi em abril de 2011, para ver o filho no palco. "A imagem de Tônia hoje é a de uma pessoa que lembra a pessoa que ela foi. Sempre de uma beleza ímpar", diz Cecil. "Minha mãe foi referência de mulher bonita por cinco décadas."
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Em recente consulta ao oculista, foi alvo de curiosidade. "Ela me lembra muito a Tônia Carrero", comentou uma senhora, ao vê-la na sala de espera. "Todos dizem isso", desconversou Leonardo, 61, que acompanhava a tia.
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Em maio, ela foi internada com pneumonia. Sua fragilidade física quase foi flagrada por um fotógrafo que tentou se passar por amigo, mas acabou desmascarado.
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A saúde debilitada fez Tônia se despedir do público paulatinamente. Em 2007, subiu ao palco pela última vez, em "Um Barco para o Sonho", dirigida pelo neto Carlos Thiré. Foram mais de 50 peças em 64 anos de carreira. Sua estreia no teatro foi em 1949, ao lado de Paulo Autran em "Um Deus Dormiu Lá em Casa".
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Na TV, em 2004, fez o papel de si mesma na série "Um Só Coração" e sua derradeira novela, "Senhora do Destino". Quatro anos depois, faria sua última atuação no cinema em "Chega de Saudade", no papel de uma idosa com problemas de memória. Cecil nega que Tônia sofra de Alzheimer. Ele mora a dois quarteirões da mãe, a quem visita todos os dias. "É um privilégio conviver com ela."

Tônia Carrero, 90, vive reclusa

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Lulu Librandi/Arquivo pessoal
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A atriz em sua festa de 90 anos, em 2012, no apartamento em que vive no Rio
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Mariinha vive cercada do afeto de quatro netos e cinco bisnetos. O xodó é o neto caçula, João, único que a chama de avó. Gosta de estar sempre arrumada: manicure e cabeleireiro a atendem em domicílio. Leva uma vida confortável, graças à venda do casarão no Jardim Botânico onde morou por 30 anos. Recebe pensão por ser filha de general, benefício vitalício que deixou de ser concedido às herdeiras de militares em 2000.
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"Ela não se queixa de nada", diz o sobrinho. A pedido da Folha, Leonardo pergunta à atriz como se sente prestes a completar 91 anos. Ele relata que, na primeira tentativa, a resposta foi o silêncio. Ele repetiu a pergunta. E Tônia: "Eles já sabem". "É como quem diz: 'Tudo já foi dito'", traduz o mensageiro.
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Na celebração de seus 90 anos, em 2012, a família reeditou o livro de memórias "O Monstro de Olhos Azuis", lançado em 1986. Em 154 páginas, Tônia confessa sonhos de criança (ser estrela de cinema), descobertas (do sexo) e inseguranças de adolescente criada sob a rigidez da mãe e o encantamento do pai.
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Desde cedo, a normalista "de fechar o comércio" encarou seus atributos físicos como trunfo. Já declarou: "A beleza não atrapalha ninguém. Isso não aconteceu com Ingrid Bergman nem com Greta Garbo, as mulheres mais lindas do mundo. Por que haveria de acontecer comigo?".
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Na Vera Cruz, companhia cinematográfica que a lançou nos anos 1950, ela encarnava o glamour das divas de Hollywood. Não por acaso, Tônia foi escolhida para abrir a série "Elas", apresentada por Luciana Vendramini. O canal pago TCM levará ao ar dez episódios dedicados às divas do cinema nacional, a partir de setembro. A série mostra o nascimento de uma grande atriz, revelada em 1952 no longa "Tico-Tico no Fubá".
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Laís Bodanzky, que a dirigiu em "Chega de Saudade", relata em depoimento à série como Tônia era reverenciada nos bastidores do longa sobre a velhice. Divertia-se ao ser aplaudida quando cruzava o set para ir ao banheiro. "Ela soube envelhecer de forma pulsante e alegre", afirma a diretora.
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A felicidade de fazer cinema não era a mesma na TV. Ganhou pecha de ranzinza e mimada em "Sassaricando" (1987), de Silvio de Abreu. "Tinha eu atrapalhando", suaviza Cecil, que a dirigia na novela e passou a função ao colega Miguel Falabella.
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Ao 80 anos, Tônia já se ressentia do peso da idade. "Olhar no espelho é uma tristeza", declarou à revista "Época" em 2002. Falou também dos amores. "Posso dizer que tive um caso com Rubem Braga [escritor] e outro com Paulo Autran enquanto era casada com Carlos Thiré [primeiro marido e pai de Cecil]. E sei que agora isso não abala em nada minha respeitabilidade." Sempre negou ter sido amante de Juscelino Kubitschek. "Quem me dera!"
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A produtora cultural Lulu Librandi, 72, foi testemunha das transgressões ao longo de décadas de amizade. "Tônia nunca escondeu os amantes e as plásticas. Adorava cantar e sair pra beber." Traiu e foi traída. Tomou Adolfo Celi, seu segundo marido, de Cacilda Becker. O diretor italiano se apaixonou por outra atriz e a deixou. E ainda pediu as joias da família dele, presenteadas a ela, de volta.
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Autran foi paixão fulminante. "O melhor amante de todos", confessou à amiga Lulu. Cecil brinca e diz que foi o último a saber. O caso com Autran foi revelado a ele pelo próprio, anos depois.
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Fez três plásticas com Ivo Pitanguy. E duas com outra cirurgiã, que indicou depois ao filho. "Seu lema era pequenos cortes, grandes transformações", diz Cecil.
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Em seu exílio domiciliar, Tônia gosta de ver televisão e filmes na companhia de Leonardo. "Não tolera que eu fale mal da interpretação de algum ator", diz o sobrinho.
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Virou matriarca de uma família de artistas: três netos e dois bisnetos são atores. Alguns deles estão agora na TV, ao alcance de seu controle remoto. Na segunda geração, Miguel Thiré, 32, protagoniza a série "Copa Hotel", do GNT; e Luíza Thiré, 39, está na novela "Sangue Bom", da Globo. O bisneto Vítor Thiré, 18, filho de Luíza, é o vilão de "Malhação". Todos herdaram do "monstro" os olhos azuis.
Mônica Bergamo
Mônica Bergamo, jornalista, assina coluna diária publicada na página 2 da versão impressa de "Ilustrada". Traz informações sobre diversas áreas, entre elas, política, moda e coluna social. Está na Folha desde abril de 1999.