Marisa Monte. / Tom Munro
Entró en el Estadio Olímpico de Londres, al final de la clausura de los Juegos, tras la exhibición de poderío musical en que los británicos convirtieron la ceremonia.
Marisa Monte encarnó a Iemanjá, diosa de las aguas del mar en el sincretismo religioso brasileño, cantando el aria de la
Bachiana nº5 de Villa-Lobos. “Fue muy emocionante porque nunca había participado en algo tan global. El espectáculo se desarrolla en el estadio, y tiene cierto impacto allí, pero dónde tiene que ser todo perfecto es en televisión. La producción fue primorosa. La parte brasileña, en los últimos ocho minutos, aunque subordinada a la estructura de los ingleses, se hizo con cierta independencia”, cuenta la cantante desde su casa en el barrio de Gávea, en Río de Janeiro. Todavía no está claro si participará en los fastos de 2016 en su ciudad. Deja la puerta abierta tanto a las Olimpiadas como al Mundial de Fútbol de 2014 o a la Copa Confederaciones que se va a celebrar en junio en Brasil.
Marisa Monte es una de las cuatro brasileñas elegidas para el
calendario Pirelli 2013: junto a las modelos de rigor, fotografiadas en escenarios de Río por
Steve McCurry, el estadounidense cuyo retrato de una niña afgana dio la vuelta al mundo a mediados de los ochenta. “El calendario se centra tradicionalmente en la belleza física de la mujer, pero este año cambiaron el concepto incluyendo mujeres que tienen relevancia por su trabajo o su activismo en causas humanitarias. Me invitaron en parte por mi contribución al proyecto Red Hot [organización que lucha contra el sida para la que ha grabado
Aguas de março con
David Byrne y, con
Devendra Banhart y Rodrigo Amarante, una antigua canción de
Caetano Veloso]. La intención era encontrar otra mirada sobre la belleza femenina, sobre la sensibilidad de la mujer”.
Alguien puede pensar que Marisa Monte es maravillosa y otro que es horrorosa. Tiene más que ver con las propias personas que conmigo”
Tenía 19 años –ahora 45- cuando su nombre apareció por primera vez en periódicos y revistas. Se presentaba únicamente en clubes y pequeños teatros. Pocos la habían oído cantar, pero todo el mundo hablaba de aquella muchacha alta, delgada y pálida. Un antiguo directivo de su discográfica suele contar lo que toda la profesión sabe en Brasil: que Marisa Monte logró desde el primer día un control sobre su obra como probablemente ningún músico contratado por una multinacional. Desde la portada del disco hasta que una canción suya pueda figurar en un recopilatorio o ser utilizada para un anuncio. Nada puede hacerse sin su autorización.
La relación con los medios ha cambiado radicalmente en estos 25 años de oficio. La promoción del último disco se hizo sobre todo a través de su página web. “Acorta el camino, elimina muchos intermediarios, y eso es un sueño, una utopía maravillosa para el artista y también para el fan, que tiene una fuente directa, oficial, de informaciones. Por otro lado, las formas de consumir música se han diversificado mucho. Ahora existen millones de maneras diferentes de oir música. No es sólo a través de los conciertos, el disco y la radio. Se descarga, se escucha en servicios de
streaming, en los portátiles personales... Como consumidora me parece fantástico poder escuchar en mi teléfono móvil, en plena madrugada, a cualquier artista de cualquier lugar del mundo y de cualquier época”.
“Sin embargo, personalmente, no tengo Facebook, no utilizo Twitter ni Instagram. Como artista todos esos servicios los lleva para mi una empresa. Permiten una comunicación ágil con el público que se interesa por mi trabajo. Yo lo superviso todo, sé lo que se está colgando y, de vez en cuando, yo misma cuento algo allí. Pero con mis amigos me comunico por teléfono o por correo electrónico. No tengo ganas de publicar mensajes colectivos sobre mi vida privada. No me seduce e incluso me parece innecesario
”.
Aún hay nostálgicos que se preguntan si los exitosos Tribalistas volverán algún día. “Los Tribalistas nunca se fueron”, exclama, “continuamos escribiendo canciones juntos. El proyecto fortaleció nuestra relación de amistad y no sufrimos desgaste tal vez porque no hicimos una gira. Sobrevivimos a aquello y desde entonces ya compusimos y grabamos suficiente material en mis discos, los de Arnaldo [Antunes] y los de [Carlinhos] Brown como para, aunque de forma más atomizada, tres discos más de Tribalistas que todo el mundo ha escuchado ya. Me parece interesante la no percepción de ese hecho. Nunca fuimos un grupo y nunca dejamos de existir como núcleo de creación. Somos tres artistas con trabajos individuales que hicimos un trabajo colectivo que ya era consecuencia en aquel momento de diez años de colaboraciones entre los tres. Y hoy, diez años después, seguimos componiendo mucho juntos”.
En su último disco,
O que você quer saber de verdade, octavo que lleva su firma, junto a los temas escritos con
Arnaldo Antunes y
Carlinhos Brown, Marisa Monte exploró una vez más el cancionero de las últimas décadas. Al publicarse en Brasil, se la acusó en una revista cultural de haber grabado 14 canciones demasiado comerciales. “Yo no pienso en esos términos cuando compongo. Esas definiciones son completamente externas a mi raciocinio, a mis sentimientos. Creo que lo que hago está muy ligado a mis vivencias, a mis encuentros, a las conversaciones con mis colaboradores, a la música con la que crecí. Un reflejo mucho más amplio de mi experiencia existencial, que quizá coincide en muchos puntos con la de muchas otras personas”, explica. “Siempre he sido muy popular, ya desde mi primer disco, y, al mismo tiempo, con el aura de algo sofisticado. Y me parecía que las dos cosas podían convivir perfectamente. En mi opinión las etiquetas no sirven de una forma muy objetiva ni concluyente para casi nada”, dice riendo.
Como consumidora me parece fantástico poder escuchar en mi teléfono móvil, en plena madrugada, a cualquier artista de cualquier lugar del mundo y de cualquier época”
Si el disco generó críticas dispares, en cambio los conciertos de presentación han sido recibidos con elogios unánimes. Seis pantallas, en torno a nueve músicos y la cantante, muestran sin cesar vídeos, fotografías y palabras. Imágenes extraídas de obras de 15 artistas plásticos brasileños contemporáneos como Tunga, José Damasceno, Luiz Zerbini... y animadas y programadas por Emotique, un colectivo de Barcelona que desarrolló un software especial para la gira y que ya ha instalado sistemas similares en el
Sónar y la
Fundación Miró.
“Abro las actuaciones con una canción que escribí hace años sobre un poema de
Octavio Paz en versión de Haroldo de Campos. Y precisamente el primer verso dice “me vejo no que vejo” (me veo en lo que veo). Nuestra forma de mirar el mundo habla de nosotros mismos. Alguien puede pensar que Marisa Monte es maravillosa y otro que es horrorosa. Tiene más que ver con las propias personas que conmigo. Creo que comienzo así la actuación para decirles que cuando me ven en realidad se ven a sí mismas. ‘Prestad atención porque hoy os vais a ver”.
Interpreta
Sono come tu mi vuoi, que Mina llevó al éxito hace más de cuarenta años. Hace dos, la mítica cantante italiana incluyó en su disco
Piccolino una composición de Marisa Monte y Arnaldo Antunes:
Ainda bem. “La invité para que la cantara conmigo en mi disco, pero se demoró intentando escribir una letra en italiano y se pasó el plazo de la grabación. Me dijo que la quería grabar en el suyo y al final prefirió cantarla en portugués. Me sentí muy honrada porque soy muy fan. Tengo muchos discos y DVDs suyos”. Recuerda que siendo muy joven estudió para cantante lírica en Roma. Unos meses. Y sabe “el
frisson que Mina causa en Italia”.
Podría parecer que siempre tuvo el viento a favor, que todo le ha resultado fácil. “Esa afirmación le quita un poco de mérito al trabajo”, dice riendo. “Soy muy trabajadora y digamos que supe honrar a la suerte y el talento. Y tengo vocación por lo que hago. No me extravié por el camino, no desperdicié la energía, no perdí la alegría y el placer. Empecé a ser famosa con 20 años, pero trabajaba desde los 14. No sólo con música también en otras áreas. No me asusta el trabajo ¿sabe? Me encanta. Es un gran valor en mi vida y quizá haya guiado todos estos 25 años.”
Marisa Monte no está dispuesta a pasar demasiado tiempo lejos de casa. “Consigo organizarme porque tengo dos hijos pequeños. Mi vida no es sólo trabajo. No quiero perderme ninguna de las dos cosas y ése también es un desafío de la mujer de hoy”. Asegura que le gustan las rutinas de la vida cotidiana y tiene clarísimo que una gira puede ser algo muy poco saludable. “Yo podría ser una atleta, creo que tengo personalidad de atleta”, dice. “No salgo mucho, leo bastante, intento hacer un poco de ejercicio todos los días y descanso lo suficiente. Para dar lo mejor de mí. No como nada pesado, no salgo a almorzar fuera, no bebo. Me cuido como si estuviera concentrada en la víspera de un partido de fútbol. Y eso se refleja en una estabilidad, una solidez, que me permiten sentirme bien en el escenario. Es horrible estar en un escenario y no sentirse bien”.
Marisa Monte actuará el día 30 en Barcelona (Gran Teatre del Liceu) y el 2 de mayo en Madrid (Palacio Municipal de Congresos).