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segunda-feira, 15 de julho de 2013

Superwoman (where were you when I needed you) - Stevie wonder -


porte, vestuario, actitud...


Nueve cantantes elegantes: porte, vestuario, actitud

Por: Diego A. Manrique | 15 de julio de 2013



La música pop alienta las extravagancias indumentarias pero también ha generado su cupo de elegantes, que saben distinguir las buenas telas y apreciar los cortes certeros.

Forma parte del ritual del estrellato. Adquirir la mansión, los coches, tal vez el barco. Y, sin duda, hacerse con el sastre fiable o el estilista que sabe atender las nuevas necesidades del jilguero dorado. Puede que tus seguidores paguen por verte en vaquero y camisa de leñador pero descubres que necesitas otro atuendo para acudir a las funciones de la industria y demás actos donde se congregan cámaras ansiosas.

Para algunos cantantes, el vestir elegante forma parte del ADN o incluso del paquete de “la mejor venganza es vivir bien”. En algún momento, hasta el vocalista más desastrado descubre la necesidad de proyectarse como un galán. Otros van aprendiendo mediante la prueba, el error y vuelta a empezar. Además, existe la figura del personal shopper, que se patea tiendas hasta que localiza las prendas necesarias. Y que firma el contrato de confidencialidad, como cualquier empleado valorado.


DAVID BOWIE

Durante años, parecía tener la mejor bola de cristal y adivinar hacía donde se movían las tendencias punteras. Como se puede comprobar en la exposición que se desarrolla en el Victoria and Albert Museum, esa intuición produjo algunas de imágenes más impactantes de la historia del pop. Pero no debe olvidarse que David (1947) comenzó como chico moden el Londres de los sesenta. Que acudió al panal de rica miel que ofrecía Carnaby Street; se decepcionó ante la baja calidad de los productos teen y descubrió que, en los alrededores, trabajaban modistos, camiseros y zapateros dispuestos a materializar los deseos de los aspirantes a la nueva aristocracia pop. Luego llegarían las etapas hippy,glam, futurista y un largo etcétera...pero nunca perdió el contacto con aquellos artesanos caros y discretos.


YVES MONTAND


Intenten imaginar los equilibrios que el hombre nacido como Ivo Livi hizo a lo largo de su intensa vida (1921-1991). El italiano sureño que se convirtió en esencia del charme francés. El vocalista que alternaba con el cine, incluso con estancia en Hollywood (donde NADIE se hubiera atrevido a cantar un repertorio como el suyo). El caprichoso que se retiraba de la circulación y se dejaba querer cuando se le reclamaba para actuar, girar, grabar, hacer televisión. El militante que rompió estrepitosamente con el comunismo. El hombre que intimó con Édith Piaf, Marilyn Monroe y, claro, Simone Signoret. Le ayudaba su apostura innata; bajo los focos, su capacidad para manejar un bastón, un paraguas, un sombrero hasta que se convertían en extensiones de su persona.

ROBERT PALMER

A poco que se esfuercen, encontrarán fotos de un Robert Palmer (1949-2003) con pelos largos, barba, chaqueta de cuero con flecos, pantalones vaqueros: los tiempos del grupo Vinegar Joe, por ejemplo. Sin embargo, a partir de 1974, se reinventó como cantante sofisticado y un tanto canalla, acompañado por damas con poca o ninguna ropa. Siguió la pista de tantos ilustres bon viveurs ingleses y se instaló en las Bahamas (aunque terminó en Suiza, cuando el ambiente isleño se puso peligroso). En contra de su reputación de pichabrava, era buen esposo y mejor padre. Su refinamiento exterior le permitió ir saltando de estilo en estilo, incluyendo el rock duro con Power Station. Con el fotógrafo Terence Donovan, hizo videos cruciales, que se burlaban del arquetipo de la modelo descerebrada. ¿Algún secreto? Era mañoso en coctelería. Me reservo lo del dia que nos quedamos encerrados en el ascensor diminuto que sube hasta los estudios madrileños de la SER...

FRANK SINATRA

Los chicos pobres suelen asimilar rápido las ventajas sociales de mostrarse impecables. Sinatra (1915-1998) era físicamente un alfeñique pero se hizo estrella en tiempos de carencias, durante el racionamiento de la Segunda Guerra Mundial, y decidió lucir una gallardía vulnerable. No renunció a las buenas tijeras que le vistieron en sus primeros tiempos, aunque también adoptó algo de la moda sport propia de ámbitos calurosos, como Los Ángeles o Las Vegas. Cabe imaginar que su conocida repugnancia ante el rock and roll tuvo que ver con lo que creía era el uniforme oficial de la delincuencia juvenil. Los rockeros, sin embargo, le tomaron la medida: como dijo Springsteen, “se convirtió en sinónimo de elegancia, buena vida, champán y refinamiento, pero su voz evocaba las desgracias del mundo”.

MARVIN GAYE

Durante un tiempo que él creyó demasiado largo, la Motown concibió a Marvin Gaye (1939-1984) como la versión sepia de Frank Sinatra o, en todo caso, el continuador de Nat King Cole. Así que lo sabía todo sobre los trajes de corte italiano o el esmoquin apto para impresionar en el Copacabana. Ya en los setenta, se reinventó como cantante socialmente atormentado y, ya de forma definitiva, como el perfecto lover man. Se ennobleció recurriendo a moda sensata entre los excesos del cine blaxploitation, aunque era capaz de salir a actuar con un batín, quizás como metáfora de la desnudez con la que se enfrentaba a sus adicciones al sexo y la cocaína. Cierto que llevaba una pesada carga: diferenciarse de su padre, un reverendo dado al travestismo. El hombre que terminó matando a Marvin.

DOMENICO MODUGNO

¿Qué admiramos de Modugno? Que se organizó una vida plena (1928-1994), a pesar de sus orígenes humildes: su padre era policía municipal e hizo sus estudios (cinematográficos) con una beca. Ejerció de actor hasta que descubrió que poseía talento inmenso para renovar el cancionero italiano, con una amplitud de recursos que iban desde la exuberancia al patetismo. Como decía una de sus piezas, le sentaba bien un viejo frac pero sabía qué ponerse para no desentonar en cualquier contexto. Solo admitía una fobia: la ropa interior blanca (“recuerda a los hospitales ¿no?”). Un ictus le llevó a esas instituciones que tanto detestaba pero se recuperó para funcionar como parlamentario combativo, en las filas del Partido Radical: hizo mucho por humanizar la existencia en los antiguos manicomios.

BRYAN FERRY

Pocas biografías como las de Ferry (1945) justifican los recurrentes mitos sobre la permeabilidad de la sociedad británica para la gente con talento. Hijo de un agricultor, que también cuidaba los ponis que trabajaban en una mina de carbón, supo evitar el destino que le tenían reservado -un “colegio técnico”- y estudió bellas artes en la universidad de Newcastle. Culto, experto en pop art, traspasó ese caudal al pop con Roxy Music y sus abundantes discos en solitario. Su gusto por las bellas cosas de la vida le permitió integrarse en la high society londinense. Aunque esencialmente apolítico, perdió sus simpatías por el laborismo cuando su hijo Otis combatió las leyes contra la caza del zorro; el conservadurismo de Cameron le va como guante a un esteta que se ha hecho a sí mismo.

LEONARD COHEN

Tuvo una larga etapa bohemia, como corresponde a un literato rebelde, pero Leonard (1934) gusta de proclamar que “nació vistiendo un traje”. Los Cohen habían prosperado en el negocio de la ropa, una industria donde solían destacar los judíos, y Leonard asimiló indefectiblemente una apreciación por los paños de calidad, las costuras exactas, los zapatos relucientes y el detalle-que-despista del sombrero. Nunca pareció una impostación: le destacaba entre la desastrada tropa de los cantautores. Esa facilidad para mostrarse impecable le ha permitido sobrevivir a desastres musicales, catástrofes amorosas e incluso a una hecatombe financiera. Todavía sigue el consejo de su madre: “cuando te sientas deprimido y miserable, no te abandones: te afeitas y te sentirás mejor.” Funciona, asegura.

JAY-Z

El sueño americano, versión ghetto. Shawn Corey Carter (1969) creció en una familia sin padre y asegura que se familiarizó con las armas y el menudeo del crack. Chico astuto, pronto aprendió que el hip-hop era un negocio mucho más seguro y rentable. Aunque posee un extraordinario flow, comprendió que la fama rapera se rentabiliza realmente en otros campos. Así que racionó sus lanzamientos mientras, por ejemplo, lanzaba la marca Rocawear, con gran éxito en el rebosante mercado de la “ropa urbana”. Pero él también viste su versión particular del uniforme de los ejecutivos, con una pulcritud que desconcierta a los inversores, políticos y capitanes de industria que se acercan a este Rey Midas. Tener a su lado a la pantera negra de Beyoncé también ayuda, naturalmente.


Entrada realizada a partir de una sugerencia de Fernando Rimblas para la revista Gentleman.

http://blogs.elpais.com/planeta-manrique/2013/07/nueve-cantantes-elegantes-porte-vestuario-actitud.html

El sexo que te para el corazón



'Total Eclipse of Heart' de Bonnie Tyler resume esa necesidad del otro que solo logramos acallar en el sexo.


Por: Silvia C. Carpallo | 10 de julio de 2013


Cuando hablamos de sexo nos gusta hablar mucho de lo físico o, incluso, casi más de lo social, pero parece que nos 'cortamos' más a la hora de hablar de lo emocional.


No voy a entrar en el debate de si se es mejor el sexo sin amor o el amor sin sexo (pero si queréis opinar, los comentarios siempre están abiertos). Aunque aviso: en esta ocasión me voy a poner un poco ñoña, para variar. No quiero hablar del amor con mayúsculas (o quizás sí), sino de ese sexo que, de tan intenso, parece que nos hace parar el corazón.





Nos pasamos la vida buscando la técnica o postura que nos haga llegar al cielo. El lubricante que consiga intensificar nuestras sensaciones, el vibrador que nos enloquezca, o el juego que revolucione nuestro deseo. Y no nos damos cuenta de que, a veces, nuestras propias emociones son el mejor aliciente para hacer del sexo algo único.

El sexo es una de las experiencias emocionales más intensas que podemos llegar a experimentar. Porque somos vulnerables, porque nos exponemos, porque nos entregamos al otro sin restricciones. Pero también es cierto que tal impacto solo sucede en contadas sesiones de sexo. No es lo habitual, claro está, pero a veces simplemente surge sin más. No hay una receta mágica. En cuestión de sentimientos no existen ejercicios, normas, ni pautas a seguir. Simplemente existen momentos que, por una razón u otra, nos marcan a fuego.

¿Sientes ese instante en el que apenas un roce despierta infinitos escalofríos, en el que una caricia nos transmite más que mil palabras, en el que un beso, es simplemente más que un beso? Nuestro yo racional nos abandona, y nos dejamos llevar totalmente por los impulsos, incluso a veces más de lo que deberíamos. No se puede parar, nos dirige la pura e instintiva necesidad, la ansiedad, las ganas de sentir más y más.

En ocasiones se trata de una chispa que surge por casualidad y, en otras, tiene que ver con nuestras propias circunstancias. Dos amantes que se reencuentran tras un largo tiempo, bien por la distancia, o bien por una ruptura que no fue definitiva. Y tras la larga espera, sus manos vuelven a recorrerse con ansia, pero con mimo. Casi beben el aire que respira el otro, mientras se devoran, se idolatran.

Otras veces se trata de una pareja que lleva toda una vida junta y que, tras un tiempo en que ambos han estado sumidos en sus rutinas, vuelven a mirarse y a verse, de verdad, por primera vez. Y se besan lento, como la primera vez, para volver a sentir esas mariposas en el estómago. La pasión se transforma con los años, pero el deseo, si nos los proponemos, puede ser mucho más intenso en una pareja que se profesa un amor sincero.




Escena de la película 'El Diario de Noa' (2004), con Ryan Gosling y Rachel McAdams.


En ocasiones puede tratarse simplemente de pura química. Dos completos desconocidos que se encuentran y que, al rozarse, sienten esa electricidad que nunca antes habían pensado experimentar. Todo es rápido, desordenado. Quizás no sea el orgasmo más largo, ni el más intenso de tu vida, quizás ni siquiera llegues al orgasmo, y sin embargo, todo tu cuerpo sucumbe a una serie de sensaciones deliciosas.

No son más que ejemplos, pero seguro que cada cual ha sentido alguna vez algo parecido. Seguro que alguna vez se os ha parado el corazón (en sentido figurado) haciendo el amor.

Todos sabemos lo importante que son los sentimientos en el sexo, y sin embargo, por algún motivo, tendemos a huir de ellos. Nos da miedo sentir, porque nos da miedo sufrir. Tenemos miedo a implicarnos, a poner toda la carne en el asador, si bien no siempre con la otra persona, sí con el momento. Pero no nos damos cuenta de que el dolor y el placer a veces son caras de una misma moneda, que si no sentimos, no estamos vivos del todo. Que el sexo puede ser explosivo cuando nos dejamos llevar de verdad.

Y vosotros, ¿creéis en el sexo como algo más ligado a lo físico o a lo emocional? ¿Alguna vez habéis tenido ese sexo que te para el corazón?




Una de esas imágenes que circulan por la red, con una precios a frase.

Come Slowly



Come Slowly

Come slowly, Eden

Lips unused to thee.

Bashful, sip thy jasmines,

As the fainting bee,

Reaching late his flower,

Round her chamber hums,

Counts his nectars -alights,

And is lost in balms!


Emily Dickinson