Por: Winston Manrique Sabogal
La serenata (1740), de Nicholas Lancret.
Hay canciones de amor, sus letras, que nos gustan por su secreto atisbo de profecía y otras porque copian e iluminan nuestras vivencias. Unas llegan a nuestras vidas mucho antes de que descubramos, experimentemos y comprendamos lo que allí se nos cuenta y las otras parecen inspiradas en nuestra propia historia. Al final, las dos parecen creadas y cantadas para cada uno de nosotros. Da igual si los expertos musicales las consideran buenas, regulares o malas canciones; y si sus letras son de alta o baja calidad literaria. Están allí, han llegado para quedarse por motivos superiores a nosotros y forman parte esencial de la banda literaria y sonora de nuestras vidas.
Trovadores conrtemporáneos.
Uno de los escritores que mejor hizo este acercamiento a esa realidad fue Marcel Proust. Él, tan exquisito en sus gustos, escribió en 1893 Elogio de la mala música, donde reconocía el misterioso, profundo y sentido valor de la música popular; el efecto milagroso de tocar el alma de las personas incluso contra su deseo. Porque "se han llenado del sueño y las lágrimas de la gente". Teo Sanz, catedrático de literatura francesa, lo describió bien en su blog, hace tres años: "En él señala (Proust en su artículo), con un loable deseo de buscar la verdad, que se puede odiar esa clase de música, pero no menospreciarla porque se toca y canta con más pasión que la buena y, sobre todo, porque "se ha llenado del sueño y las lágrimas de la gente".
Trovadores contemporáneos. En las letras de esas canciones hay literatura. Bob Dylan suena cada año como candidato al Nobel, y el año pasado Leonard Cohen obtuvo el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Traigo a colación estos dos ejemplos de artistas y compositores universales para hablar de la literatura en las letras de las canciones de amor en el día de san Valentín. Y para que nos hablen del asunto he pedido a un poeta, a un filósofo especialista en el tema y a un lector y dos admiradores de Dylan que compartan con nosotros sus letras de canciones de amor inolvidables.
Y, sí, todo esto es por recordar o celebrar entre todos el día de san Valentín de una manera diferente como hemos hecho en los últimos dos años en este blog. En 2011 fueron las mejores poesías de amor (puedes ver aquí el psot), y en 2010 las mejores novelas (puedes ver el post aquí), en las que ustedes completaban el artículo con sus comentarios. A ver si se animan este año también con el tema de hoy: la literatura, las letras, en las canciones de amor inolvidables:
Una autoridad en esto es el poeta colombiano Darío Jaramillo, autor del libro Poesía en la canción popular latinoamericana (Pre-Textos): "Más que expresarlo, lo que la canción popular latinoamericana ha hecho con el amor es inventarlo. Boleros, tangos, rancheras: Las canciones son el guión del sentimiento, lo modelan y lo condicionan. Son el alfabeto del amor y dictan las maneras de sentir. Con ellas se quiere y se desquiere, se enamora y se olvida. Bien se sabe que el amor es un estado preverbal, donde el retozo o el gruñido reemplazan a la palabra. Llegado el momento de usar el verbo, el más aproximado es el del bolero, el del tango, el de la ranchera: se trata de canciones que circularon en todo el continente desde los años treinta del siglo veinte y que se repitieron generación tras generación hasta quedar grabadas en la memoria colectiva a modo de atavismo, de reflejo condicionado, como esas cosas que uno se sabe sin saber que las sabe". (en la imagen Serenata, de Jan Steen)
"Cada canción, además de contar la historia que la origina, termina contado la historia del que la oye más con el corazón que con el oído. La canción es cardiocéntrica.
"Aunque simples y directas, algunos boleros, algunos tangos y rancheras tienen un valor poético intrínseco en sus palabras, como por ejemplo Abrázame así de Mario Clavell, Amanecí en tus brazos de José Alfredo Jiménez, Tú me has de querer de Bola de Nieve, Qué me importa de Mario Fernández Porta y Piensa en mí de Agustín Lara, para citar sólo cinco
"Aunque simples y directas, algunos boleros, algunos tangos y rancheras tienen un valor poético intrínseco en sus palabras, como por ejemplo Abrázame así de Mario Clavell, Amanecí en tus brazos de José Alfredo Jiménez, Tú me has de querer de Bola de Nieve, Qué me importa de Mario Fernández Porta y Piensa en mí de Agustín Lara, para citar sólo cinco
BUENAS NOCHES!!!!
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